Tal y como cuenta el amigo Grumpy en su blog, es lo que sentimos todos los que queremos la montaña.
Y soñaré que vuelvo al Alto Tajo, y pasaré de nuevo junto a la Peña Horadada, cruzaré el Puente de Pañalén, disfrutando de las preciosas aguas verdes de Las Juntas, donde el río Cabrillas se funde en un inacabable y precioso abrazo al gran Tajo.
Siempre se ha dicho que los hombres lloran poco, o no lloran. Pero cada verano veo el monte quemarse, y lloro. Y cuando además los árboles son conocidos, antiguos compañeros de campamentos y buenos momentos, mi corazón siente mucho más que simple pena. Es rabia, impotencia, desconsuelo, desesperación. :”’-(
¡Por favor, que alguien haga algo!. Que quien corresponda tenga un poquito de sentido común y cierre los montes. Por lo menos sabremos que siguen ahí, y disfrutaremos cada recuerdo que nos queda en la memoria. Y cuando la lluvia venga, y el peligro se vaya, podremos volver a saludar a cada uno de esos seres que nos dan la vida, y que lo son todo desde mucho antes que nosotros.
Enlace al original Diario del Lobo Gruñón