Hacía años que quería ir a Alpes, concretamente a Chamonix. Tanto mi compañera que subió al Montblanc hace 9 años, como los amigos del club de montaña Acclivis que llevan 25 años recorriendo la zona me han ido hablando muy bien de aquello, de experiencias, de lugares, por eso mi deseo de ir, sentir la alta montaña y ver esos paisajes tan alucinantes.
Salimos de Valencia a las 6 de la mañana, con la Peugeot 807 que alquilamos para el viaje. Al pagar entre 5 nos salió bastante bien de precio, con la ventaja de ir todos juntos y ahorrar en combustible y peajes. Es un monovolumen gigantesco, donde todos íbamos anchos y cómodos para aguantar un viaje de 12 horas lo mejor posible. El maletero iba a tope de bolsas de ropa, mochilas, botas, las 2 tiendas de campaña, trastos para el camping, etc..
Tras 12 horas de viaje, de risas, paradas para comer, repostar, e innumerables peajes por Cataluña y Francia, empezamos a entrar en Alpes, montañas altas y nevadas, picos y agujas impresionantes, valles, ríos… sin palabras, aquello era como me habían contado, en verdad, impresionante. Llegamos a Chamonix, desde donde ya se ve el Montblanc, las Jorases, el Dru y tantos otros picos junto a los glaciares cada vez mas retrocedidos. Cruzamos el pueblo donde ya se nota el ambiente montañero de la zona, se podría decir que Chamonix es la cuna del montañismo de toda Europa, al estar allí el pico más alto de Europa Occidental el Montblanc 4807m. gente con mochilas, cuerdas, crampones, piolets y demás por la calle que vienen o van a alguna cumbre, gente con mochilas y bastones realizando alguna de los cientos de rutas que se pueden hacer por allí, aunque también turismo más familiar o grupos de japoneses viendo la zona.
Llegamos al camping «Mer de Glace» recomendado en numerosas ocasiones por los compañeros del club. Un camping precioso, muy cuidado, con muy buenos servicios (wifi gratis entre otros) y un trato excelente, pero sobre todo por las vistas que se tienen del Montblanc, las Jorases y el Dru nada más salir de la tienda de campaña. No quedaba sitio para 2 tiendas, por lo que plantamos solo una y nos repartimos entre tienda y dormir en el coche.
Tras la cena, los fotógrafos aprovechamos para hacer las primeras fotos nocturnas desde el mismo camping sin tener que irnos lejos ni nada. La visibilidad perfecta, un cielo limpio y claro con las montañas y las cumbres tapando la luna que había esa noche sin nubes, un primer día perfecto y tan solo acabamos de llegar.