Tras otro copioso desayuno de buffet y con un sol radiante salimos del Rica Sunnfjord Hotel en Førde, hacia a Hellesylt directos al fiordo más popular el Geiranger.
Con un poco de retraso subimos al ferry turístico para realizar el crucero por este fiordo, de nuevo sensación de navegar por un tranquilo mar, ahora con algunos bloques de hielo a la deriva, pasando entre cortados más altos y abruptos todavía. Al igual que en el Sogneforden nos encanto, quizá mas aun al ser más cerrado y acercarse más el ferry a las cascadas de los lados. Llegamos hasta la localidad de Geiranger, pero sin llegar a atracar dimos media vuelta y nos hicieron el recorrido inverso de nuevo hasta Hellesylt, esta vez acercándonos al lado contrario de las paredes y a mayor velocidad con un viento muchísimo mas fuerte.
Tras desembarcar en Hellesylt, subimos al autobús para ir hasta el lago de Oldevatnet, donde nos esperaba el helicóptero para los del grupo que solicitamos el vuelo por encima del glaciar de Briksdal, un brazo del glaciar de Jostedal, el más grande del continente europeo, con 487 km2. Fuimos en el 3er grupo de 5 que subió al helicóptero, fue increíble. Ya de por si montar en helicóptero es una experiencia inolvidable, es suave, preciso, no te enteras del despegue ni de que estas subiendo (si el piloto quiere claro), lo ves todo desde allí arriba, sin nada que te sujete abarcando mucho con la vista, no como un avión que apenas tienes una ventanilla, volar en parapente y similares debe de ser increíble.
Una vez allí arriba nos llevaron al glaciar de Briksdal y aunque estaba algo nublado la vista fue impresionante. El piloto nos acerco a una de las lenguas del glaciar desde donde se apreciaba perfectamente el azul intenso del hielo rico en oxigeno de hace miles de años, las grietas, los bloques de hielo, la morrena… todo, simplemente sin palabras. Desde allí y subiendo un poco más nos acerco a las pareces de roca nevadas de las montañas de al lado, que en conjunto con el valle y el lago de Oldevatnet dejaba unas vistas espectaculares. Una pena que no salgan muy bien las fotos desde dentro de la cabina del helicóptero, las vistas desde allí arriba eran brutales.
Después el piloto nos obsequió con un picado del helicóptero y alguna que otra maniobra vertical, dejan a la altura del betún cualquier parque de atracciones y más en un lugar así. Vio que nos gusto y repitió un par de veces más y ya de vuelta para que subiera el siguiente grupo.
Tras las emociones fuertes fuimos a comer al restaurante de Briksdalsbre, un enclave turístico, con tiendas, alojamientos, restaurante y actividades deportivas de aventura en la zona del parque nacional de Jostedalsbreen. Desde aquí comenzamos una pequeña ruta de senderismo por una pista con gravilla (la zona recibe miles de visitas al año) por el que fuimos subiendo poco a poco entre bosques hacia el glaciar, pasando por la cascada de Brickdalsbreen hasta llegar a la misma lengua del glaciar de Briksdal.
Es triste ver cómo ha retrocedido el hielo en los últimos años, tras ver fotos de los ultimos años y ver lo que hay ahora el panorama es desalentador, a este ritmo dentro de 15 años allí solo quedara una cascada sin nada de hielo. Pese a esto impresiona ver el tamaño del hielo, el color azul intenso, las formas y figuras que se forman… te sientes tan pequeño al lado de aquello tan grande… nos acercamos hasta justo donde estaba el hielo y nos subimos para verlo y tocarlo mas de cerca. Tras disfrutar un poco el momento y hacer algunas fotos volvimos al camino. Algunos del grupo dieron un paseo en balsa por el lago que se ha formado delante de la lengua del glaciar, llegando hasta la parte de hielo que está en el agua.
Al cabo de un rato ya fuimos volviendo todos hacia abajo a Briksdalsbre por la pista que habíamos subido. Compramos algunos recuerdos en la tienda y volvimos ya al autobús para que nos llevara al Rica Sunnfjord Hotel en Førde a bastantes kilómetros de allí, donde cenamos y descansamos de un día tan completo como este.