En montaña, la prevención empieza mucho antes de pisar el sendero. Revisamos el material, miramos el parte meteorológico y planificamos la ruta. Pero hay un aspecto que a menudo se deja en segundo plano: la asistencia en caso de accidente o enfermedad lejos de casa.
Un seguro de viaje no evita un incidente, pero puede ser decisivo cuando algo se complica a cientos o miles de kilómetros.

Por qué no es lo mismo un sendero en Pirineos que uno en los Andes
La mayoría de seguros convencionales cubren actividades básicas al aire libre, pero muchas pólizas excluyen el trekking, la alta montaña o el rescate en helicóptero.
Un esguince leve en una travesía local puede resolverse con facilidad; un accidente en un valle remoto de Nepal o en un refugio de los Alpes puede implicar una evacuación costosa y una logística complicada.
Contar con una cobertura específica para montaña reduce el riesgo financiero y facilita la coordinación médica y logística. En la práctica, significa que ante una llamada de emergencia tendrás detrás un equipo que se encarga de contactar con los servicios locales, autorizar la atención médica y cubrir los gastos.
Qué debe incluir un buen seguro de montaña
Antes de contratar una póliza, conviene revisar con detalle las coberturas y las exclusiones. Estos son algunos puntos clave:
- Asistencia médica internacional, incluyendo atención hospitalaria y medicamentos.
- Rescate en montaña y evacuación en helicóptero (con límites económicos realistas).
- Cobertura de trekking y actividades de aventura, especificando la altitud máxima permitida.
- Repatriación sanitaria y regreso anticipado por accidente o enfermedad.
- Cobertura del equipaje y material técnico, en caso de pérdida o robo.
Un ejemplo de pólizas que contemplan este tipo de situaciones son las de IATI Seguros, de las más utilizadas por viajeros y montañeros. Se puede contratar online y, además, aprovechar un descuento IATI para obtener un precio reducido.
Un complemento más en la planificación
Igual que no salimos sin mapa ni previsión meteorológica, incluir un seguro en la lista de preparativos debería ser una rutina más.
La montaña seguirá siendo imprevisible, pero contar con un respaldo profesional te permite concentrarte en lo importante: disfrutar del camino y volver a contarlo.