Hoy al levantarnos comenzó la morriña, desayunamos y recogimos nuestro campamento base en el camping «Mer de Glace».
Para terminar de quemar el bono de los teleféricos, nos fuimos a uno de los pocos que no habíamos subido todavía. Subimos hasta el mirador de Grands Montets el mismo estilo que el de la Aiguille du Midi, con varias terrazas y miradores para ver el valle de Chamonix, el Brevent, los Drus y el Montblanc por un lado y el pico de la Auguille Verte (4.121m.) con su pala por donde veíamos algunos montañeros subiendo con el glaciar d’Argentiere a la izquierda.
Sin duda, otro lugar en el que miráramos donde miráramos teníamos vistas espectaculares, lugares tan hermosos al alcance de la mano, pero sin poder acercarnos ese día.
Bajamos de vuelta hacia Chamonix devolvimos el bono de teleféricos y dijimos hasta pronto a los Alpes, al Montblanc, a Chamonix y a todo aquel lugar que nos llegó tan hondo.
Como entre unas cosas y otras salimos de Chamonix sobre las 4 de la tarde, ya no podíamos llegar a Valencia ese mismo día, por lo que nos dirigimos a Lyon, donde buscaríamos algún albergue o pensión a buen precio donde pasar la noche. Sin embargo no fue nada fácil, salimos de la ciudad y decidimos dejar la autopista para ir de pueblo en pueblo buscando algo.
Se empezaba a acercar la noche y no encontrábamos nada, o muy caros, o completos o cerrados, hasta que vimos una señal que indicaba un pueblo llamado Malleval, con indicación de camping, albergues, etc. así que nos aventuramos. Se trataba de un recóndito pueblo en la zona de Rhône-Alpes, con apenas habitantes, tan solo unas pocas familias y todo lo demás dedicado al alojamiento en zona de montaña, con actividades de aventura tipo senderismo, escalada, deportes, etc.. en verano, esquí de fondo y de travesía en invierno. De puro milagro encontramos sitio en una pequeña pensión/albergue donde conseguimos entendernos con la dueña a base de señas, ya que de ingles 0, castellano menos aun y el francés bastante cerrado, característico de zona de pueblo de montaña apartada de todo.
Una cena estupenda, un desayuno magnifico a la mañana siguiente y devuelta a la furgoneta rumbo a España retomando autopista, cogiendo atascos kilométricos durante horas hasta llegar a la frontera y así poco a poco entre risas y recuerdos llegamos a Valencia.
Sin duda un gran viaje, una primera toma de contacto con los Alpes. Tan solo son unas 12 horas de carretera, con las paradas correspondientes, alternando conductor y sin correr mucho. Otra forma de hacerlo mas relajadamente puede ser parando uno o dos días en algún lugar intermedio, pero ya depende de los días disponibles de cada uno. Esperemos que este año podamos volver para agosto, si estamos en forma y vamos con compañeros preparados intentaremos el Montblanc, si no, alguna otra cumbre como por ejemplo reintentar el Breithorn para sacarnos la espinita de este año. Y en cualquier caso, cientos de rutas y lugares que quedan por ver y recorrer por toda la zona, como por ejemplo el Tour del Montblanc o al menos algunas de las etapas, pero eso ya será otra historia.